Reiner Germer Honduras
San Pedro Sula, Honduras. (HSI) – La Bicolor Sub-23 logró billete para viajar a Tokio 2020 en unos juegos olímpicos atípicos pero que seguramente mostrarán lo mejor del deporte al más alto nivel.
Algarabía, felicidad, casi fiesta nacional y esperanza de regresar y hacer otro gran torneo olímpico, todo eso es válido. Con las contadas alegrías que Honduras puede tener gracias a las circunstancias en las que los gobernantes, aún nos dejan vivir, el pueblo catracho tiene derecho a estar feliz con sus “héroes” deportivos y a ponerlos en el olimpo de sus ambiciones de éxitos y de ver la bandera ondear alto.
Los dirigentes de la FENAFUTH considero están en el derecho de hacerlo. Apostaron por un equipo técnico que ha sido muy criticado, especialmente Fabián Coito, que dado el asunto de COVID-19 que lo dejó varado en su natal Uruguay, poco trabajo hizo a lo largo de casi un año. Su asistente Miguel Falero, al frente de la Sub-23 ha hecho que Honduras por cuarta vez consecutiva y quinta en los últimos seis intentos, siga soñando con una medalla olímpico. Al final gracias a su elección este proyecto de Tokio 2020 llegó a puerto seguro.
Sin embargo, no debemos olvidar que aunque hay una planificación en curso, la velocidad que se lleva no es la adecuada. Falta mas recursos y priorizar de mejor manera esos recursos. Garantizar patrocinios que mantengan en curso las selecciones en todas sus categorías debe ser prioridad. Se vienen la Nations League, Copa Oro y las eliminatorias para Catar 2022 y todo en ello en 2021.
La falta de un proyecto realmente serio en las menores, el no potenciar el torneo de Reservas Especiales de la Liga Nacional y el hecho de no haber apurado el inicio de la Liga de Ascenso, son deudas administrativas que no ayudan en nada a que con el tiempo, esas gestiones repercutan en las futuras selecciones nacionales. Sé que Callejas dejó las arcas reventadas y con contratos amarrados que no benefician a la FENAFUTH, pero ya es muy tarde para llorar por eso.
Clasificar es en un 80 % talento natural e inteligencia colectiva de los jóvenes que con poco, logran cosas como meterse a Juegos Olímpicos, que no es cualquier cosa. El otro 20 % se lo daré al cuerpo técnico y a la Federación.
Nos falta poner manos serias en este asunto del fútbol base y cuando hablo de ello, no me refiero a selecciones menores, sino a crear un aparato que impulse la práctica metodológica del fútbol en escuelas, colegios y por qué no, universidades de manera que ir a una Olimpiada no sea una gesta, más bien un efecto del trabajo bien organizado.
Por hoy, felicidades a la Bicolor Sub-23 de Honduras por su clasificación a Tokio 2020.